Pero otras estimaciones mas recientes advierten que los yacimientos del GOM podrían ser mucho mayores y representarían una tercera parte de todas las reservas del mundo. Nosotros somos dueños de casi la mitad de ellas. Dueños inactivos, lamentablemente.
Esos yacimientos se encuentran, en su mayor parte, en aguas profundas del GOM, inaccesibles sin la mas avanzada tecnología de perforación, que algunas voces que yo respeto -la de C. Cárdenas, por ejemplo- dicen que Pemex puede adquirir "porque no están protegidas por patentes". La verdad es otra.
El precio del petróleo se encuentra en el punto mas alto de la historia y el principal consumidor del mismo, Estados Unidos, lleva a cabo una intensiva y resuelta prospección y explotación de sus yacimientos en el GOM, lo que ha incrementado exponencialmente la demanda de navíos y plataformas de perforación en aguas profundas a tal punto que (ver gráfica) la construcción de éstos es insuficiente para satisfacer los proyectos de las principales empresas de hidrocarburos en el mundo.
Entre estas fechas y el año 2012 -The New York Times, junio 18- no será posible adquirir o arrendar barcos de perforación en ninguno de los países que se especializan en su construcción, porque sus astilleros deberán, antes, cubrir la demanda preexistente. ODS Petrodata, accesible por Internet, informa con amplitud al respecto.
La crisis de esta escasez de plataformas de perforación en aguas profundas toma a Pemex cruzado de brazos, contemplando el inútil debate que se lleva a cabo en el Senado. Aunque por un milagro político los partidos llegaran a un acuerdo sensato -lo que sería demasiado pedir- México se encuentra en un punto crítico de su historia como productor de petróleo, sin la menor posibilidad de explotar sus yacimientos en el GOM porque carece de navíos de perforación y no puede extraer del Golfo los hidrocarburos que le corresponden.
La gráfica que hoy publicamos da una idea de la magnitud de esta crisis, ignorada en el debate tanto por los partidos como por la opinión pública.
Lo que no deja de ser una desgracia.
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